Karma III: Sachsenhausen

Como no podia ser de otra manera, la primera parada en nuestra gira por Berlin fue un campo de concentracion a casi dos horas de la capital, en un pueblo llamado Oranienburg.

No es necesario ser judio para poder entender las atrocidades cometidas durante el Holocausto, y visitar este campo me recordo una vez mas como se jugo con las vidas de miles de personas.

Sachsenhausen era una especie de "academia modelo" donde se entrenaba a los oficiales de la SS para despues transferirlos a otros sitios. La mayoria del tiempo se utilizo para prisioneros de guerra, y si bien algunos judios fueron ejecutados alli, los sobrevivientes fueron transferidos a Auschwitz. Segun aprendimos, ellos recibian una estrella de David mientras que los presos politicos tenian un triangulo invertido para ser diferenciados.

Durante su estadia, los habitantes recibian un plato hondo y una cuchara, que eran las herramientas basicas para poder sobrevivir con el litro de sopa de papa, bastante liquida, y el pan que les daban de comer a diario. Muchos de los cautivos no superaban los 40 kilos; no es casualidad que alrededor de la mitad de las personas que entraron al campo murieron de desnutricion, enfermedades o frio, mas alla de las ejecuciones. 

Mientras caminabamos por ahi nos colamos en un tour, en el momento justo en que explicaban los metodos utilizados. Algunos fueron ahorcados o fusilados frente a un paredon, y si bien habia una camara de gas solo era utilizada para "pruebas": los oficiales preferian recurrir al supuesto examen medico.

Los residentes eran agrupados en una especie de sala de espera en la que pasaban musica a todo volumen. Ahi se les indicaba que se quitaran la ropa, y de a uno pasaban a un consultorio en el cual un "medico" les miraba la boca. Esto lo hacian solo para identificar piezas de oro o plata, y marcarlos de acuerdo a los resultados para facilitar la extraccion luego. Una vez identificados, se los invitaba a pasar a otra sala con musica en la que los pesaban y median, utilizando uno de esos metros que suben y bajan en una ranura en la pared. Mientras esto sucedia, un oficial en la sala de al lado metia un rifle por la ranura que comunicaba las dos salas y disparaba en la nuca del recluso. Este sistema era casi 100% efectivo en el primer intento y era menos exigente para los oficiales ya que contaban con la participacion de la victima, que nunca se enteraba de lo que sucedia ya que la musica cubria los disparos. En el mismo edificio contaban con un crematorio en el que se cerraba el ciclo.

Si bien la presentacion en general fue mas clinica y me movilizo un poco menos que la casa de Anne Frank o el museo de Hiroshima, no pude evitar sentir escalofrios al pararme frente al paredon de troncos, oliendo la madera mezclada con flores que la gente habia dejado. Solo pensar que alli perdieron la vida miles de personas, muchas de ellas incocentes, en manos de hombres que decidieron jugar a ser Dios, me helo la sangre. Y si lo bueno a la larga vuelve, solo espero que los responsables de tremendos crimenes hayan pagado el precio de sus abusos de poder.