Sunday, March 11, 2012

In Loving Memory

Lo peor de envejecer no son las canas, ni las arrugas, ni que se te caigan las carnes, ni que te duelan los huesos... lo más feo es despedirte de tus seres queridos.

Desde que vivo acá se han ido muchas personas especiales para mí, principalmente mis tías abuelas a quienes yo quería muchísimo. Cada vez que alguien muere me quedo con esa sensación horrible de que "algún día nos toca a todos" y en algún momento tendré que comprar un pasaje a los apurones y tomar muchas decisiones importantes en circunstancias en las que nadie debería verse forzado a hacerlo.

Ayer falleció Enzo, el padre de mi mejor amiga. Todavía no puedo creer que alguien pueda irse así, de un momento para otro. Fue rápido para él, cosa que es buena, pero no le dio tiempo a nadie a hacerse a la idea. Con una enfermedad larga sufren todos, especialmente el paciente, pero cuando es así, la familia queda hecha pedazos.

Tenía la edad de mis viejos, le quedaba tanto por disfrutar. Su única nieta, a quien adoraba, cumple un año en pocos días. Me hace acordar a aquel día en 1991, cuando Pili sólo tenía días de vida, en la que mi abuelo nos dejó mientras todos estábamos en su casa comiendo un asado... quizás es por eso que me siento así hoy.

Cuando mi amiga pasó momentos difíciles, eran con él con quien me escribía mails. Me mandaba mensajes y fotos de su adorada nieta. El último mail que me mandó fue hace poco más de una semana, y tenía un link a unas fotos. Como era el último de la serie le puso "Adiós" de asunto... yo lo vi de mañana antes de ir a trabajar y no llegué a responder. Nunca pensé que sería un adiós definitivo.

A pesar de estar triste, me quedo con los mejores recuerdos de un gran tipo, siempre lleno de alegría y dispuesto a ayudar. Un padre que crió a su única hija con amor, que le inculcó una escala de valores que la hace muy especial.

Si leen esto, por favor pidan por mi amiga y su mamá, aunque ahora haya un ángel más que las cuida desde arriba.