Tuesday, August 04, 2015

"I want abuelita on there!"

Los grandes entendemos. No aceptamos, sufrimos, nos enojamos, pero al menos entendemos que así es el ciclo de la vida. Lucía sólo se da cuenta de que hace mucho que no ve a su abuelita.

Siempre tuviste miedo de que no te reconocieran las chicas, que se olvidaran de vos. Me encargué de que mis hijas te tuvieran presente, con las llamadas casi diarias, los viajes regulares y eventos especiales juntos, como los bautismos en Luján.

Te repetía a menudo que vos sabías más del día a día de ellas que sus abuelos paternos, que viven a cinco minutos, que la única diferencia es que no podías tocarlas o besarlas. Estabas presente mientras comían, mientras jugaban, mientras se bañaban... hasta te llamaba desde la plaza para que las vieras corretear al sol.

Hoy, mientras hablaba por Skype con Pili, Lucía dijo: "I want abuelita on there!". En la inocencia de sus dos años y pico, ella también te extraña, y con sus palabras nos clavó un puñal a su tía y a mí.

Desde que te fuiste no puedo dejar de cantar Honrar La Vida en silencio, pensando en toda la gente que tocaste con tu personalidad cálida, tu sentido de la justicia y tu sinceridad. Me hubiera encantado que permanecieras unos 10/15 años más, pero 25 años trabajando con adolescentes, ayudando y acompañándolos a convertirse en adultos te hubieran dado derecho a presumir, cosa que no hacías.

Siempre quisiste ser mamá: muchos te querían como a una madre postiza pero Le, Pili y yo tuvimos la suerte de haber salido de tu panzota. Tu legado sigue y seguirá, porque todo el amor que sembraste no va a desaparecer de la noche a la mañana.

Jamás pensé que serías la primera de los abuelos en irse, y creo que de alguna manera imaginé que para cuando partieras yo tendría un poco de experiencia en el tema de los duelos. Cuánto te extrañamos, mamuchis.




Saturday, August 01, 2015

En unas 14 horas se cumple un mes desde que te apagaste.

Un mes que duró una eternidad. El 2 de julio pasó de ser el día del cumple 60 del tío Roberto al día más horrible de mi vida.

Todos me dicen que lo único que va a poder curar mi dolor es el tiempo, pero todo pasa en cámara lenta. Todavía siento que estoy mirando una película o algo por el estilo, aunque ni siquiera me presenté en la audición para el rol que me toca actuar.

Después de tres semanas en casa volví a trabajar. De a poquito. El primer día me lloré todo, ahora estoy llorando menos, aunque todavía me falta mucho para ser la persona sonriente y positiva que alguna vez fui.

Vuelvo a casa y tengo que detenerme antes de llamarte para contarte cómo estuvo mi día. El silencio pesa cuando lo llenaba con tu voz.

El otro día fui a los negocios de mi barrio con las chicas y vi cosas que te hubieran gustado. Esas cosas baratas para la casa que allá salen caras o ni siquiera se consiguen. Casi me largo a llorar al recordar cuánto te gustaba ir de compras en mi barrio cuando vinieron con Pili. Al volver a casa me resultó extraño no llamarte y desembolsar mis compras mientras charlábamos por Skype.

Cada vez que las chicas hacen algo bueno o tierno siento que mi corazón recibe una curita nueva, que la vida puede mejorar, pero cuando escucho a Lucía llamándote o la veo a Inés llorar porque te extraña, es como si me arrancaran todas las curitas de un tirón y vuelvo a sangrar.

La tormenta sigue y te busco entre las muchas nubes del cielo de Liverpool. Te extraño tanto, mami, a 16 años de haber emigrado todavía eras una parte muy importante de mi día a día.