Saturday, August 01, 2015

En unas 14 horas se cumple un mes desde que te apagaste.

Un mes que duró una eternidad. El 2 de julio pasó de ser el día del cumple 60 del tío Roberto al día más horrible de mi vida.

Todos me dicen que lo único que va a poder curar mi dolor es el tiempo, pero todo pasa en cámara lenta. Todavía siento que estoy mirando una película o algo por el estilo, aunque ni siquiera me presenté en la audición para el rol que me toca actuar.

Después de tres semanas en casa volví a trabajar. De a poquito. El primer día me lloré todo, ahora estoy llorando menos, aunque todavía me falta mucho para ser la persona sonriente y positiva que alguna vez fui.

Vuelvo a casa y tengo que detenerme antes de llamarte para contarte cómo estuvo mi día. El silencio pesa cuando lo llenaba con tu voz.

El otro día fui a los negocios de mi barrio con las chicas y vi cosas que te hubieran gustado. Esas cosas baratas para la casa que allá salen caras o ni siquiera se consiguen. Casi me largo a llorar al recordar cuánto te gustaba ir de compras en mi barrio cuando vinieron con Pili. Al volver a casa me resultó extraño no llamarte y desembolsar mis compras mientras charlábamos por Skype.

Cada vez que las chicas hacen algo bueno o tierno siento que mi corazón recibe una curita nueva, que la vida puede mejorar, pero cuando escucho a Lucía llamándote o la veo a Inés llorar porque te extraña, es como si me arrancaran todas las curitas de un tirón y vuelvo a sangrar.

La tormenta sigue y te busco entre las muchas nubes del cielo de Liverpool. Te extraño tanto, mami, a 16 años de haber emigrado todavía eras una parte muy importante de mi día a día.

1 comment:

Madreselva said...

Te entiendo!
Estoy en edad de que mis dos hijas me hagan abuela y perdi a mi madre hace dos años.
Aún no lo asumo, cada día me hace más falta. Con frecuencia la lloro como si acabara de morir, todavía siento impulsos de llamar a saludarla, comentarle algo de sus numerosos hijos y nietos, preguntarle cualquier cosa y luego la realidad me golpea crudamente.
Breve: a mi edad me siento como una niñita huérfana.
Yo la tenia cerca, en una población vecina. Imagino qué estás sintiendo tu a tantos kms de distancia.
Cuando viví en Bélgica, en mi época de estudiante universitaria, le rogaba todos los dias a Dios que nadie se muriera estando yo tan lejos y no teniendo la oportunidad de despedirlo y acompañarlo a su última morada y así se me concedió.
Esto del duelo es como atravesar en soledad un túnel oscuro y largo al final del cual, durante mucho tiempo, no se ve ninguna luz.
Estas viviendo un proceso y tienes que enfrentarlo contra viento y marea. El dolor de la ausencia no se irá nunca pero en algún momento será más llevadero y podrás sentir de nuevo que respiras a plenitud.
Mil abrazos solidarios desde Colombia