El fin de semana se extendio un poco porque estuvimos paseando por Barcelona con el amigo Lee.
Despues de la despedida de mi jefa el viernes a la noche y solo tres horas de sueño, metimos unos trapos en el carrito y partimos hacia el aeropuerto. Con un retraso significativo llegamos a la capital catalana y nos juntamos con nuestro compañero de aventuras, dispuesto a sacarle el jugo a las 72 horas siguientes.
Caminamos tanto que me hacian cosquillitas los pies y los musculos de mis piernas pedian auxilio. Nos juntamos con una amiga de Lee con quien pasamos el sabado entre las Ramblas y el Barri Gòtic.
El domingo nos agarro con todo cerrado y algunas gotas de agua, asi que nos subimos al bondi turistico hasta que la lluvia nos hizo bajar. Por suerte dimos con el tramvia blau y terminamos en la cima del monte Tibidabo, al pie del Temple de Sagrat Cor, una iglesia preciosa.
De ahi partimos hacia una de las atracciones mas famosas de la ciudad: el Park Güell. Eusebi Güell fue uno de los clientes mas importantes de Gaudí, motivo por el cual algunas de sus obras llevan su apellido. El parque tiene una entrada imponente y, fiel a su estilo, esta lleno de sorpresas, simbolos y formas de la naturaleza.
El lunes aprovechamos otra ruta turistica que nos llevo a lo alto de Montjuïc, desde donde bajamos a pie y nos dirigimos hacia el puerto, una parada popular entre los cruceros mediterraneos.
No podiamos dejar la ciudad sin pasar por la Sagrada Família, el famosisimo templo inconcluso. Rompi y rompi hasta que llegamos y debo admitir que me senti un poco decepcionada. No fue por su aspecto imponente, ni por sus torres que resaltan en el paisaje de la ciudad: entrar me recordo que mas alla del artista, mas alla de los planos, no deja de ser una obra en construccion. Yo se que, en las palabras del autor, "mi cliente (Dios) tiene todo el tiempo del mundo", pero me hubiera gustado ver algo mas avanzado y no una tremenda iglesia aun expuesta a los elementos.
Con cara larga me pasee entre andamios y pase un rato sentada admirando el grado de detalle que tiene su frente, hasta que volvimos a entrar e hicimos cola para uno de los ascensores. Ahi cambie de parecer, ya que poder caminar en las alturas y sentirme parte de tanta majestuosidad pone una sonrisa en el rostro mas amargo.
Por momentos senti que estaba en otro lugar, pero al llegar a esas esquinas tan abiertas y luminosas, cruzar una rotonda con una fuente adornada o ver un edificio modernista lleno de color y curvas me daba cuenta de que Barcelona es una ciudad unica. Glen se enojo porque no me enamore locamente de la metropolis, pero si me pongo en los zapatos de un arquitecto o un artista reconozco que le sobra encanto.
Hicimos mucho pero nos queda mas aun, y seguramente no faltara oportunidad de que nos volvamos a encontrar.
*** Cambiando de tema, hoy cumple 17 años mi reina Pilar, la hermana menor mas malcriada del mundo. ***