Thursday, June 30, 2016

A year on

Hoy hace un año de la última vez que hablamos por teléfono. Te llamé desde el auto, camino a casa, para contarte que julio iba a ser movidito. Un nuevo cliente necesitaba que diéramos formación a más gente y, como resultado, había accedido a trabajar los cinco días sólo por ese mes.

Ese martes estabas bien, feliz de haber ido a tomar mate con tus colegas. Los estabas empezando a extrañar ahora que tenías tu nueva rutina de jubilada. 25 años en el mismo lugar es mucho tiempo y, lógicamente, habías creado vínculos.

Ahora estamos en las vísperas del aniversario, ese tan temido primer aniversario. "El primer año es el más difícil", dicen todos los que saben de duelos, "hay que pasar las primeras Fiestas, los primeros cumpleaños, etc."

Todos los días tienen algo. No sé si con el tiempo se hizo más fácil o menos doloroso. Creo que el dolor no cambia, sigue ahí aunque ya no me agarren tantos ataques de angustia y llanto incontrolable.

Mi rutina tuvo que cambiar, ahora que no estás para nuestras llamadas/skypeadas casi diarias. Muchas veces tuve que contener el deseo de llamarte para contarte lo que hice, qué pasó en el trabajo o mostrarte algo nuevo. Eso es lo que más extraño: que a pesar de estar tan lejos físicamente siempre estuviste tan presente en mi vida y la de las chicas.

Ahora tengo varias horas a la semana extra, en teoría, ya que no hablamos. Traté de mantenerme ocupada (siempre tuve demasiados hobbies...), aprendiendo cosas nuevas y teniendo presente qué actividades te enorgullecerían más. Siempre pienso en vos, en qué me dirías, en qué opinarías de esto o lo otro. Así que me enfoqué principalmente en las chicas (les decoré la cama nueva, les hice ropa, le dediqué mucho tiempo al canal de YouTube de Inés) y en las manualidades (tejiendo, cosiendo, haciendo tortas y pulseritas). A veces hago algo me gusta mucho y trato de escucharte en mi mente ("sos una bestia" o "espectacular" son las frases que más seguido me imagino).

Todos cambiamos. Nuestra dinámica familiar cambió. Al principio fue muy duro para todos, con nuestro dolor tan profundo y nuestros duelos fuera de sincronía. Uno nunca sabe cómo va a reaccionar ante una pérdida y a veces nos desquitamos con la gente que más amamos. Pili y yo nos peleamos muy feo y casi ni hablamos durante dos meses, pero gracias a Dios hemos podido rescatar nuestro vínculo que siempre fue tan importante para nosotras y para vos también.

Todos hemos tenido momentos de mucha fortaleza y otros en los que el dolor nos ganó y nos debilitó. Los que quedaron allá comparten mucho más, creo yo, en el día a día: muchas cenas y algún que otro viaje a Luján en patota. Me tranquiliza saber que se tienen los unos a los otros.

Yo me apoyé bastante en mi pequeño círculo, compartiendo mucho más con mi suegra durante la semana y contando con los pocos pero buenos amigos que he hecho por estos pagos. Lástima que Ingrid se quedó con las ganas de conocerte, pero escuchó tanto sobre vos que creo que tiene una idea bastante buena de como fuiste como madre.

Cuando se vienen fechas importantes trato de hacer algo para distraerme. Para tu cumple hicimos la misa en Buenos Aires, Navidad siempre es una distracción, mi cumple lo pasé de vacaciones en Portugal... Pienso en que vos siempre quisiste nuestra felicidad y que recordarte encerrada en casa llorando sería casi una falta de respeto. Este fin de semana te voy a pensar en Gales, voy a recordar cuánto te gustó pasear por ahí en el 2005.

A veces te veo en mis sueños y eso me llena de paz. Escuchar tu voz, aunque sea para quejarte de tus dolores, me hace sentir que aunque sea durante esos minutos, en ese plano, en ese mundo virtual, estamos juntas. Nunca dejes de venir a visitarme, viejita. Te amo infinitamente.