Tuesday, July 21, 2015

Grieving in solitude

Cada cual hace su duelo como puede, como le sale, pero al menos en Argentina se tienen los unos a los otros, para recordarla en sus buenos momentos y  para llorarla juntos. Yo elegí vivir acá, aún sabiendo que esto iba a suceder, tarde o temprano.

La partida de mis seres queridos siempre ha sido mi mayor temor y algo para lo que nunca pude ni podré estar preparada. Uno nunca puede ensayar cómo va a actuar, qué va a decir, cómo va a llevar su vida adelante en estos casos. El duelo en soledad y a la distancia es más duro de lo que podría haber imaginado: el mundo continúa mientras yo estoy en el limbo sin poder aceptar lo que pasó, sin poder sanar como Dios manda.  

Alguien me dijo ayer que debe ser difícil para mí, sin haber visto nada, sin haber ido al funeral. En el primer momento pedí fotos, necesitaba ver que era verdad, necesitaba pruebas. Después pensé que era mala idea, que era mejor quedarme con el recuerdo de una mamá saludable y feliz, que quizás era mejor no ver la luz de sus ojos verdes apagada ni un rostro grisáceo y sin expresión. "No era mami", me dijo Pili mientras me aseguraba que ver su imagen en ese estado no era lo mejor. Además, no quería que alguien tuviera semejante foto en su teléfono, no podía pedirle a mis familiares o amigos que hicieran algo en contra de su voluntad, que satisficieran mi pedido morboso. 

Muchas amistades se han diluido en los 16 años desde que me fui de Buenos Aires. La forma de contactarnos ha cambiado, ha evolucionado. En una época en la que la mayoría de las comunicaciones se llevan a cabo por WhatsApp, mi mamá era la que siempre me llamaba por teléfono, aunque fuera un ratito para ver cómo estaba. Si pasaban más de dos días sin que habláramos, ella me dejaba un mensaje en el contestador. "Siempre estás yirando", me reprochaba en tono burlón. 

Mi mamá era la única constante. Nuestro vínculo era muy especial, un lazo que ni el tiempo ni la distancia podían romper. Nuestras llamadas casi eternas y frecuentes mantenían el idioma y la cultura con la que crecí vivos en mi mente y en mi corazón. Puede sonar exagerado, pero hasta cierto punto, mi mamá era Argentina.

Hace dos noches soñé que llenaba mi casa de teléfonos esperando su llamada, y anoche soñé que contaba ese sueño.

Pero mi teléfono no suena. 

Thursday, July 09, 2015

The pieces don't fit anymore

Hace una semana era feliz.

Si la vida es un rompecabezas, la llegada de mis hijas eran las piezas que me faltaban para estar completa. Me sentía bien, realizada, y aunque estaba un poco estresada en el trabajo, la vida me sonreía. No siempre fue así, tuve una época difícil pero ya estaba saliendo.

Así como de la nada, todo cambió. Permanente e irreversiblemente. Ya no soy la misma persona que era y nunca más lo seré.

Mi rompecabezas se desarmó en medio de un tsunami y una de las piezas más importantes desapareció. El resto de las piezas perdieron su forma luego de tanta agua. Ya nada encaja como antes.

Leí que a veces ir al funeral ayuda con el duelo. Yo no tuve ese lujo. No sé si es mejor o peor, la verdad. Yo revivo los relatos de los testigos y relleno los huecos con mi imaginación. Paso horas despierta en la mitad de la noche preguntándome si es posible que sea verdad, revivo el momento en que Glen me lo dijo como si fuera otra persona la protagonista y yo lo observo desde afuera.

Te busco en mis sueños, en mi reflejo en el espejo, en las sombras. El silencio me recuerdo nuestras conversaciones telefónicas eternas y resalta el vacío que hoy siento.

Hace una semana era feliz.

Tuesday, July 07, 2015

Last call

Hoy se cumple una semana de la última vez que hablamos por teléfono.

Te llamé desde el auto, camino a casa, aprovechando que había mucho tránsito. Recién terminaba de dar el curso ese que me tenía bastante nerviosa y se me venían cuatro semanas de mucho trabajo.

Me contaste que habías ido a la escuela a tomar mates con tus compañeros. Sé cuánto los extrañabas, después de 25 años trabajando con algunos de ellos, y también habías formado muchas amistades en el pasado más cercano.

Te noté bien, contenta, ya habías quedado en volver la semana siguiente. Quién hubiera imaginado lo que iba a pasar dos días más tarde.

Tus alumnos y tus compañeros te querían. Lo sabías por la cantidad de chicos que te elegían para que les entregaras el diploma cuando se recibían y por la hermosa fiesta de jubilación que tuviste hace menos de un mes, pero creo que nunca imaginaste cuánta gente iría a despedirte.

Mis amigas estaban asombradas, al igual que nuestra familia, al ver la cantidad de personas que se presentaron en tu velatorio. La directora del colegio dijo que los chicos pidieron asueto para ir pero no pudieron concedérselo por la responsabilidad que eso implicaba. En la asamblea pidieron un minuto de silencio que se convirtió en un minuto de aplausos, de homenaje.

Hoy se cumple una semana de la última vez que hablamos por teléfono, que se convertirá en dos, tres, cuatro... meses, años. Cuánto me duele tu partida.


Sunday, July 05, 2015

The storm

Hoy hace un mes de la última vez que nos vimos, que fue justamente 37 años después de la primera vez que estuvimos cara a cara (porque ya nos conocíamos de antes).

También hace tres días que ya no estás en forma física, aunque sé que estás conmigo todo el tiempo.

Yo que saco fotos de todo y todos, justamente no tengo un retrato de nuestras últimas horas juntas. Ni siquiera viniste a despedirnos a Ezeiza: había poco lugar en el auto y te repetí que no era necesario. Además nos íbamos a volver a ver pronto.

Tampoco nos sacamos "la foto familiar", como vos querías, gracias a la gastroenteritis que afectó a casi todos los miembros del clan en algún momento de mi estadía y al llanto casi constante de Lucía. Nos lamentamos por un momento pero decidimos dejarlo para la próxima.

La última foto familiar, durante el bautismo de Lucía.
Luján, 24.11.2013
Muchas, muchísimas de mis fotos eran para vos. Desde que emigré quise que vieras el mundo a través de mis ojos: cada lugar al que viajamos, cada momento cotidiano, todo necesitaba ser documentado y compartido, primero por mail, después por Flickr, más tarde Facebook y en los meses más recientes desde que tenías un teléfono más canchero, se había sumado WhatsApp. De hecho, Glen me regaló mi primera cámara digital para la Navidad del 2003, con el fin de facilitarme la tarea.

Un amigo me dijo una vez que mi vida era "un reality", cosa que en el momento no me cayó muy bien... pero si así lo era, en parte era porque vos eras mi espectadora. Ahora te siento conmigo, te hablo y te muestro el mundo a través de mis ojos. Glen me pidió que no deje de sacar fotos y les sigo diciendo a las chicas que las fotos son para abuelita.

Inés ayer me dio la gran alegría de haber encontrado un video de Argentina en su reloj (que tiene cámara) en el que no sólo puedo escuchar tu voz, sino que además le estás diciendo "te amo". Escucharte decirlo me da más fuerza para seguir adelante, porque creo que también me lo estás diciendo a mí.

Leí que en casos de pérdida, a veces ayuda escribirle a la persona. A vos te encantaba que me desahogara en el blog y más de una vez me pediste que no lo cerrara, así que esta nueva etapa de mi reality la estoy continuando por acá. Para vos mami, con todo mi amor.

Friday, July 03, 2015

The saddest day ever

Anoche dormí de a ratos. En la primera de mis tres siestas te soñé. Sin dolor, sin despedidas, sólo estábamos compartiendo un momento cotidiano en Buenos Aires.


Estábamos sacando la ropa del tender, charlando mientras la doblábamos. Me pediste que te separara el camisón rosa para la siesta y yo te hablé de la tormenta que se venía. 

Al despertarme sentí paz. Paz porque te había visto una vez más, te había robado un momentito más. Te sentí bien, plena, como cuando nos vimos por última vez en persona, el día de mi cumple.

Tantas veces nos despedimos con mares de lágrimas, tantas veces sentí culpa por quitarte la posibilidad de compartir momentos con tus nietas y verlas crecer. La última vez no fue así: te vi bien, feliz de haberte jubilado en mayo, más delgada, con más energía, haciendo planes. Querías venir a visitarme el año que viene y me fui con la certeza de que así sería.

Y la llamada esa que temí durante 16 años llegó, pero yo no estaba. Glen tuvo que venir a buscarme al trabajo y darme la peor noticia que me podría haber dado, la que yo menos quería escuchar. "Murió tu mamá", me dijo al salir de la oficina. Me lo tuvo que repetir varias veces porque no lo podía creer. Aún no lo creo.

"¡¿Pero si estábamos hablando por WhatsApp hace un ratito?!", le dije, sorprendida. Te había mandado una foto de mi pollera nueva para que la vieras y te había gustado. Así como de la nada, sentada frente a la compu como tantas otras mañanas, se apagó tu vida. Rápido y sin dolor, como siempre deseaste que fuera. No querías que nosotras tuviéramos que presenciar tu deterioro en manos de alguna enfermedad larga como vos lo habías hecho con tus padres.

Tanto te quedaba por hacer, tantos proyectos sin terminar. Ni dos meses para disfrutar de tu tiempo libre tuviste.

Así de feliz quiero recordarte
Doy gracias a Dios por haberte visto hace cuatro semanas y darme la oportunidad de abrazarte y acariciarte una vez más. Voy a extrañar tu voz en el teléfono y volver a Buenos Aires va a ser sumamente extraño sin vos.

No sé cómo se sobrevive con este dolor, con este vacío inmenso que siento en el pecho y no me deja ni respirar. Pero yo escribo, y vos eras mi lectora más fiel. Si en el cielo hay internet, vas a poder ver una vez más cuánto te amo.

Pili me dijo que ella quería que te vistieran pero te pusieron un camisón con flores rosas. Te fuiste a dormir la siesta, y la tormenta se nos vino a nosotros, los que quedamos: tu marido que te amó profundamente, aunque a veces le cueste demostrar sus sentimientos, durante casi 40 años; tus hijas, las dos mayores que tenemos nuestras respectivas familias y la menor que vivía con vos y era tu compinche y compañera; y tus tres nietas. Inés tuvo su primera pérdida, confundida entre llanto y gritos de "yo quiero a mi abuelita", me pidió el Skype de Jesús en el cielo para verte una vez más y rezó para que pronto nos volvamos a encontrar.

Por ahora no me queda otra alternativa que conformarme con soñarte. Nunca dejes de visitarme. Te amo mami, y cuando tuve a mis propias hijas pude entender la magnitud de tu amor por nosotras.

Mami, 28.10.1950 - 02.07.2015
Siempre en mi memoria y en mi corazón