Desde chica me acostumbre a escuchar que "los Dominguez no eran gallegos, eran
andaluces", pero de ahi a saber mucho de este lugar de donde vinieron mis antepasados hace ya varias generaciones habia un largo camino.
Cuando lo conoci a Glen parecia un disco rayado hablando de España en general, siempre enfatizando sus intercambios escolares y el año en que vivio en
Granada. Despues de mas de tres años de escuchar relatos, nos parecio apto festejar sus 30 años de vida en esta ciudad que significa tanto para el.
No conozco la ciudad en profundidad como para hacer un repaso turistico, asi que solo me enfocare en mi experiencia de los ultimos dias.

La casa-mirador
Alhacena es realmente un lugar magico. Ubicada en una callecita empedrada, empinada y angosta, tiene vistas maravillosas de la Alhambra y esta decorada con muy buen gusto. Volveremos!
Granada es bastante compacta como ciudad y se puede caminar de un lugar a otro. Lo que si hay que tener en cuenta es que existen dos colinas: de un lado esta la fortaleza mora, la
Alhambra, con los jardines
Generalife; del otro lado esta la parte historica, un barrio de casitas blancas y escaleras llamado
Albayzin (o Albaicin). Ambos sitios han sido declaradas patrimonio de la humanidad por la
UNESCO.
Entre medio de ambas colinas corria un rio, del que ya queda una especie de arroyo, llamado Darro. Al final de este rio esta la parte nueva de la ciudad, que me trajo recuerdos de ciudades del interior de Argentina.
Creo que lo mas interesante que tiene esta ciudad es que parece ser un pedacito del norte de Africa en España, debido a la ocupacion musulmana de casi 700 años. La Alhambra es, por supuesto, la imagen mas representativa de este periodo, pero tambien hay que sumarle los azulejos, tallados y demas detalles que se encuentran en casi todas partes. Las teterias, los negocios de artesanias y hasta muchos de los habitantes ayudan a crear esta
ilusion de Medio Oriente en Europa.
La primera noche nos dirigimos a la
plaza San Miguel del Bajo en busqueda de un restaurante sirio que nos recomendo la dueña de la casa que alquilamos. Como era bastante tarde y no lo encontramos (estaba cerrado), nos decidimos por un lugar argentino llamado
El Aji. Glen estaba muy feliz con la eleccion porque ofrecian opciones vegetarianas de calidad, y el siempre habia tenido malas experiencias con la comida en España, basando su dieta en papas, pan y queso.
Dimos una vuelta por la ciudad y nos fuimos desde el Albayzin hacia el lado de la Alhambra, terminando la noche en
Huerto del Loro, un bar construido en una cueva en la ladera de la colina. Lamentablemente la musica no era el chill out que recordaba Glen de viajes anteriores, sino una especie de hardcore trance que no nos gusto demasiado. Nos quedamos en la terraza admirando las vistas hasta que, cansados, decidimos volver a la casa.

Al dia siguiente desayunamos en una cafeteria al final de la Carrera del Darro, donde un saxofonista nos deleito con su musica. Luego partimos hacia la Alhambra porque teniamos entradas para esa tarde.
La subida fue durisima, pero valio la pena. Al llegar a la fortaleza nos intercepto una gitana y me dio dos ramos de romero mojados en agua bendita. Empezo a hablarme de mi vida, mi pasado y mi futuro y me leyo las palmas sin que nadie se lo pidiera. Me dijo que era muy decente, que los padres de Glen estaban muy felices conmigo, que tenia una amiga que era como una hermana para mi, que me dejara el pelo largo y que tendriamos dos hijos: un niño como Glen y una niña de ojos marrones como yo. Despues empezo a leerle las palmas a Glen, diciendole
rubio todo el tiempo. Le dijo que sus padres estaban "cada dia mas orgullosos de el", que le iba muy bien en el trabajo y que nunca nos faltaria el pan. Tambien le dijo que tenia un amigo rubio como el a quien apreciaba mucho. No soy supersticiosa pero por las dudas pagamos y guardamos nuestros ramitos porque segun ella nos traerian suerte. Segun dicen, es mejor quedar en buenos terminos con los gitanos!

La Alhambra es realmente maravillosa. La pondria entre esas visitas obligadas del mundo hechas por la mano del hombre, junto a la Torre de Londres. Pasamos horas paseando por la fortaleza, el palacio y sus jardines y ademas de los cientos de fotos que sacamos tengo muy lindas imagenes en mi mente. El trabajo artesanal en cada tallado, cada azulejo, cada puerta... sumamente recomendable!
Como si la subida y la caminata bajo el sol no hubieran sido suficiente, Glen decidio mostrarme un lugar mas: el
Alhambra Palace Hotel. Como ibamos con la idea de no gastar demasiado no nos hospedamos alli, pero sin embargo nos dirigimos hacia la cafeteria del hotel, que tiene un balcon con vistas realmente hermosas de la ciudad y la
Sierra Nevada. Mientras tomabamos algo vimos el atardecer, como lo hacia
Garcia Lorca hace ya muchas decadas.
De ahi nos fuimos hacia la parte nueva de la ciudad con la intencion de hacer algunas comprillas, pero era la festividad de San Sebastian y estaba todo cerrado, menos
El Corte Ingles.
Los locales suelen ir de tapas en el
Campo del Principe, asi que hacia alli fuimos a continuacion. Luego de un par de bebidas, Glen decidio que queria mostrarme el bar donde paso la mayor parte de su tiempo viviendo ahi y nos caminamos media ciudad hasta finalmente encontrar el bar Paramos. Aunque hacia 11 años que no bebia alli, el barman recordaba su cara y hasta nos hizo precio. Ademas, en este bar podes elegir tus tapas!
De alli nos fuimos a otro bar, Halley, donde el gerente es
casi un amigo, y se quedo charlando con nosotros un rato. Para este entonces yo estaba que me caia, asi que nos tomamos un taxi hasta cerca de la casa, porque la calle donde se encontraba es peatonal.
Llego el domingo y dormimos de largo. Despues de todo es el dia de descanso y, como buen pais catolico que es España, no habia nada abierto mas que las cafeterias/restaurantes y los negocios de artesanias. Comimos un pastel vegetariano realmente asqueroso en un lugar bastante tradicional. Para que Glen y yo dejemos un plato a medio comer, debe haber sido muy desagradable! Hasta nos tuvimos que comprar un postre con helado para sacarnos el mal gusto de la boca... los sacrificios que una tiene que hacer!
Dimos muchas vueltas, caminando un poco mas para variar, hasta que terminamos en una plaza, descansando al sol. Echarme en un banco de madera a charlar con mi novio bajo el sol de invierno fue sin duda uno de los mejores momentos del fin de semana.

Compramos algunas artesanias y paramos en una teteria camino a la casa. Mi te Cachemira era verde, con leche y petalos de rosa, entre otras cosas - la tetera parecia tener sopa de verduras! Glen se pidio un te paquistani (con canela y leche) que se veia un poco mas normal. El lugar me trajo recuerdos de aquel restaurante persa en que comimos una vez en Londres.
Un fin de semana agotador pero valio la pena. El museo arqueologico nos quedara para la proxima visita! Las fotos
aca.