Muchas de mis amigas por correspondencia escribian desde este lugar, y aprovechando que volamos al aeropuerto de
Kansai decidimos pasar los ultimos dias ahi, dos semanas despues del
Campeonato Mundial de Atletismo.

Las referencias que tenia de
Osaka eran generalmente positivas. Mas alla del lado gastronomico, que siempre es un gran atractivo para mi, tenia entendido que era una mini
Tokyo, una metropolis en la que podias caminar sin tanta gente alrededor. La noche que llegamos tomamos un taxi desde la estacion hacia el hotel y pude ver a que se referian: mucha vida, muchos negocios, muchas luces pero sin la sensacion del gran hormiguero.
No se si sera consecuencia directa de la ubicacion de nuestro hotel, pero al salir a dar una vuelta por
Shinsaibashi, la zona comercial mas grande de la ciudad, no nos sentimos tan comodos como en el resto del pais. Es sabido que la mafia japonesa, llamada
yakuza no se esconde, pero verlos cada 10 metros te da una sensacion de inestabilidad.
El negocio del sexo es muy importante y forma parte de su cultura, pero me dio la sensacion de que muchas de las entradas conducian a prostibulos, y no porque pudiera entender los carteles o las marquesinas, sino por el aspecto un tanto sordido de los locales y su clientela.
Caminando por una de las calles comerciales dimos con un restaurant que parecia tener una combinacion de platos japoneses con un toque italiano y comi algo
delicioso: pasta con salsa de tomate y calamares rebozados fritos encima. Suena medio extraño, ya que las cosas fritas no suelen ser de mi agrado, pero era tan rico que el ultimo dia en Japon le pedi a Glen que volvieramos a comer ahi. El mozo del lugar tambien tenia lo suyo: un japones bastante alto y atletico, con onda, que aprendio ingles haciendo surf en Australia.
La primera noche fuimos a... adivinaron? Si, una rueda mas! De casi ocho metros de alto y mas de tres de ancho, es la
unica rueda rectangular del mundo, con la cara del dios
Ebisu, guardian de los pescadores, los trabajadores, los niños pequeños y sinonimo de la buena suerte y la prosperidad. Ademas de su forma poco convencional, tiene la peculiaridad que las capsulas no son hermeticas, y antes de subir tuvimos que pensarlo dos veces porque nos dio la sensacion de que ni Ebisu nos iba a proteger en esas condiciones!

Para terminar fuimos a tomar algo en un bar donde servian una de las comidas tipicas de la ciudad:
takoyaki, una especie de albondiga de pulpo que es
casi un
trabajo artesanal. Tuve que
probarlas!
El dia siguiente lo pasamos en
Nara, pero al regresar no pudimos dejar de ir a uno de los mejores edificios que vi en mi vida. El
Umeda Sky Building me llamo la atencion desde que bajamos del tren, aun cuando desconocia que tiene el
Floating Garden Observatory, un observatorio en en techo, al aire libre a mas de 170 metros de altura! Estar ahi parada sintiendo la brisa y sacando fotos de una ciudad que parece una cadena interminable de luces y rascacielos fue la reivindicacion que Osaka necesitaba.

El subsuelo del edificio tambien tiene lo suyo, con un mercado con restaurantes y negocios que representa a la ciudad a principios/mediados del siglo pasado. Es una construccion tan iconica que hasta figura en
SimCity 3000.
Nuestro ultimo dia en las islas niponas fue tranquilo, caminamos mucho por la parada final, recordando cada uno de los sitios que conocimos.
Antes de volver a nuestra realidad habia una cosa que me estaba dando vueltas en la cabeza. Durante nuestro paso por la tierra del sol naciente compramos algunos CDs, pero habia
una cancion que escuchamos, muy
J-pop, y nos quedo en la cabeza a ambos*. El unico inconveniente era que no sabiamos ni el nombre ni la letra... y mucho menos quien la cantaba. Glen me dijo que si la queria comprar, la unica opcion que tenia era cantarsela al personal de una disqueria, asi que me anime y en mi peor fonetica japonesa, mientras el calor y el color subian a mis cachetes velozmente, chille algo que confundio mas a los pobres empleados. Finalmente dimos con la cancion y me pude volver con un ultimo souvenir: cada vez que la escucho me hace sonreir y recordar que cumpli un sueño que me acompaño durante casi la mitad de mi vida. Ahora, finalmente, puedo afirmar que conoci Japon.
* No porque fuera nuestra onda, pero era pegadiza y la pasaban en las radios.